¿Pueden nuestras expectativas cortar la comunicación con nuestros hijos? (Parte I)

Las expectativas son naturales en los seres humanos, ellas tienen que ver con el futuro y nuestro deseo anticipado de que las cosas salgan de cierta manera. Los padres tenemos expectativas con respecto a nuestros hijos, pero debemos ser cuidadosos al manejarlas para evitar cortar nuestra comunicación con ellos.

Si no existiesen las expectativas la vida sería monótona y aburrida, todos las tenemos para diferentes cosas, situaciones y personas. Incluso, cuando sufrimos decepciones, sabemos que éstas se produjeron porque no se cumplieron nuestras expectativas.

Un padre abnegado había dado todo su esfuerzo para sacar a su hijo profesional, él tenía una buena expectativa al respecto; sin embargo, cuando su hijo se graduó le dijo: -“Ya saqué el título que querías, pero ahora me voy de la casa a cumplir mis propios sueños”-

¿Qué había pasado con la expectativa de su papá? ¿Las expectativas del muchacho no coincidían con las de su padre? ¿Por qué el joven no dijo nada hasta el momento de marcharse? ¿En qué momento cortaron su comunicación?

Las expectativas giran alrededor de dos cosas:

1. Las circunstancias. Sobre las que no tenemos poder de manipulación.

2. Las personas. Todos tenemos expectativas respecto a nuestros amigos, hijos, padres, vecinos o compañeros de trabajo. Cuando no se cumplen nuestras expectativas sobre ellos reaccionamos negativamente y generamos conflictos.

Por ello es importante que nuestras expectativas respecto a nuestros hijos no sean irreales; que no busquen satisfacer sólo nuestros deseos, empujando a nuestros hijos a reaccionar de determinada forma, manipulando para que las circunstancias se desenvuelvan en un sentido determinado.